

I
ANTECEDENTES
Según la Asociación Nacional de Distribuidores de Llantas (Andellac), cada año en nuestro país se desechan 25 millones de llantas viejas (además de las que "entran" de EU) de las cuales, 9 de cada 10 son enviadas a tiraderos a cielo abierto o depósitos clandestinos, convirtiéndose esto en un grave problema de salud y una amenaza para el medio ambiente.
En muchos casos se opta por la quema de miles de ellas en hornos de cemento, presentando riesgos extremadamente peligrosos por las emisiones de sustancias tóxicas. Estos hornos han demostrado producir mayores emisiones de dioxinas, mercurio, hidrocarburos poliaromáticos (HPA) y metales pesados como plomo, zinc, níquel y vanadio, que las plantas de cemento que usan carbón o gas como combustible.
Es así que la gente expuesta a estos humos puede sufrir desde dolores de cabeza, deficiencia en el aprendizaje y hasta cáncer mamario y ni qué decir del daño que le provoca a nuestro ambiente. Debido a esta problemática, hemos pensado en fabricar adoquines a partir de estas llantas en desuso, esta sería una excelente forma de suprimirlas como desperdicio, ya que tardan al menos 500 años en degradarse.
Las llantas se triturarían hasta formar gránulos, luego, con la intervención de imanes, se debe separar el caucho de los restos de metales y en unas máquinas con químicos y pegamentos, compactar los materiales a presión en moldes.
Este producto beneficiaría principalmente a la gente de escasos recursos que no cuenten con piso de cemento dentro de sus casas, en sus patios o terrazas, además, sería posible utilizarlo en pisos para áreas recreativas, parques, ciclopistas, gimnasios, establos, etc., ya que por las características que tiene, a diferencia del de arcilla o el de hormigón, este es más flexible, ayuda para que las pisadas de las personas sean más suaves, es antiruido y antiderrapante.